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Espacio perdido
Textos: Pedro Gabo
Deambulo por tu ausencia.Donde quiera que miro encuentro las señales que busco, las que niegan lo sucedido.
En este vagar, de pasos moribundos, me asalta la evidencia de un arcoiris esperanzador que me calma: seguiremos soñando nuestro amor de hombres. Me transita una breve confianza.
Los muros cómplices, con un susurro de spray, me devuelven tus palabras, tantas veces repetidas, y su eco vuelve a mi como el conjuro que me devolverá a nuestra realidad perdida
Dejaste en mi casa una vida tan frágil como la mía, para decirme con cada latido que continuabas allí; la abandoné como a mí mismo.
Desde mi ventana me reencuentro con mensajes, que tantas veces miré con la indiferencia de la rutina; imagino que los dejaste escritos para que no perdiera la esperanza cuando tu voz se hubiera silenciado.
Desde mi ventana me reencuentro con mensajes, que tantas veces miré con la indiferencia de la rutina; imagino que los dejaste escritos para que no perdiera la esperanza cuando tu voz se hubiera silenciado.
Me encuentro a mí mismo en paisajes de ruinas y abandono y, entre los despojos evidentes de una vida que se fue, quiero ver una campana, esa que proclamaría alegre nuestro amor; no puedo evita oírlas tañer en el futuro.
Me encuentro a mí mismo en paisajes de ruinas y abandono y, entre los despojos evidentes de una vida que se fue, quiero ver una campana, esa que proclamaría alegre nuestro amor; no puedo evita oírlas tañer en el futuro.
¿No eras el Sol en torno al que giraba? Si fue una ilusión, como este sol que veo ahora, quiero que perdure, que el símbolo siga teniendo sentido.
¿No eras el Sol en torno al que giraba? Si fue una ilusión, como este sol que veo ahora, quiero que perdure, que el símbolo siga teniendo sentido.
Me dejaste. Y aunque traspasar esa puerta me lleve a un caos aún mayor, no puedo seguir viviendo en la negación. Desconcertado, quiero salir de aquí.
Me dejaste. Y aunque traspasar esa puerta me lleve a un caos aún mayor, no puedo seguir viviendo en la negación. Desconcertado, quiero salir de aquí.
Sí, se ha roto. Y estoy mal. De nada sirve continuar negándolo: todo en mí es abandono y dejadez, como en una habitación en la que las paredes se caen y una bombilla sucia y triste ya no ilumina.
Sí, se ha roto. Y estoy mal. De nada sirve continuar negándolo: todo en mí es abandono y dejadez, como en una habitación en la que las paredes se caen y una bombilla sucia y triste ya no ilumina.
Como los restos de un naufragio quedó una reserva de hotel a la que no quise renunciar. Tu ausencia sería mi castigo y yo sería fuerte: en el hueco que iba a ser ocupado por ti me hundí la primera noche.
Como los restos de un naufragio quedó una reserva de hotel a la que no quise renunciar. Tu ausencia sería mi castigo y yo sería fuerte: en el hueco que iba a ser ocupado por ti me hundí la primera noche.
El futuro es incierto: se tambalean los cimientos sobre los que me mantenía en pie; camino inestable, sin saber dónde piso. La inseguridad me desborda.
El futuro es incierto: se tambalean los cimientos sobre los que me mantenía en pie; camino inestable, sin saber dónde piso. La inseguridad me desborda.
Poco a poco las plantas se van muriendo, cada día más resquebrajadas. No hago nada para evitarlo: sin tus cuidados, dejo que la vida se marchite.
Poco a poco las plantas se van muriendo, cada día más resquebrajadas. No hago nada para evitarlo: sin tus cuidados, dejo que la vida se marchite.
Me acerco a la entrada de una cueva desconocida, hacia una oscuridad que no sé lo que me depara: siento una atracción inevitable y fatal.
Me acerco a la entrada de una cueva desconocida, hacia una oscuridad que no sé lo que me depara: siento una atracción inevitable y fatal.
Aunque hay una llama de luz, todo es oscuridad e incertidumbre: me siento en peligro, en una maraña de misterios.
La ventana fue cegada. Nunca viviré nada igual; encerrado, sin ánimo para luchar, sin esperanza.
No cayó al suelo. La tiré. Como tiraría todas aquéllas que ahora me traen el recuerdo de un olor amargo, de frívola parafernalia; el teatro de un amor que ya larvaba su estertor. Para sorprenderme a traición.
Lo mío y lo tuyo. Así se liquida un amor, diluyendo el nosotros en el reparto de mezquinas propiedades; que no quede rastro material de un vínculo que se ha roto y que deja, como último recuerdo, ese inevitable vulgar balance de lo que a cada uno le corresponde
Mi rabia es un cristal roto que no ha caído hecho añicos; no es agresiva, ni me ciega. Y, porque no es intensa, puedo ver el color de la vida detrás de una tela de araña.
Destilo una acritud que se derrama lenta y en la que flotan las promesas rotas, palabras que me hacían confiar en un amor (éste sí) que sería para siempre; me rebelo porque nada permanece, aunque sea el deseo con el que acompañábamos cada brindis.
Ataduras que me oprimen, que no soporto; anhelo liberarme de ellas pero no puedo: como si estuviera atrapado en una pesadilla en la que doy bruscos manotazos, con los que despejar la angustia de esta asfixia. Al despertar, sigue latiendo la rabia.
Me dejé llevar, sumiso, por la senda traicionera de una rutina que no combatí con mi entusiasmo. Me conformaba: creía tener una relación sólo por nombrarla; ya era tarde cuando comprendí que había acabado siendo un espejismo.
El deseo de otros me recorría veloz como una serpiente, ajeno a mi voluntad; esa culpa todavía me sigue inundando, sintiéndome indigno por tentaciones que siempre murieron en mi imaginación.
Este es el camino que recorreré, mi penitencia; avanzaré con la carga de no haber cuidado un amor que di por seguro. Merezco este castigo: un deambular inseguro y peligroso.
Quisiera darme consuelo, calmarme en soledad, en aquellos momentos en los que la pesadumbre es imposible de sortear: el castigo es una cantinela interna que, constante, me interroga sobre qué he hecho mal.
Desearía expiar mis culpas entregando mi cuerpo al dolor y coronarme con alambre de espino: si no te merezco, al menos, me sentiré vivo en las heridas con las que pagaré mis errores.
Salí de la oscuridad, de los callejones lúgubres de mis miedos, para adentrarme en el misterioso camino de la aceptación; las dudas me siguen acompañando, pero mis pasos se adentran con confianza.
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