Gritos de color
Quejarse de un sistema social y político sin hacer nada para intentar cambiarlo es una posición cómoda, que deja el peso de la responsabilidad individual, en manos de un ente social indefinido, al que le interesa nuestra pasividad para la consecución de sus objetivos.
A pesar de lo anterior, aún quedan personas que expresan su malestar y disconformidad a través de manifestaciones y actos reivindicativos; personas que luchan por la defensa de sus derechos, dando voz y siendo parte activa de la solución a problemas que acucian a nuestra sociedad (paro, corrupción, recortes sanitarios y educativos, desahucios, discriminación por razón de sexo y por orientación sexual, etc...).
En este sentido, el graffiti tuvo su origen como otra forma de acción social, sirviendo de vehículo para la reivindicación de los derechos mencionados anteriormente. Sin embargo, actualmente, parece perder su naturaleza clandestina y reivindicativa para integrarse de lleno en el sistema social capitalista y convertirse, de esta manera, en un mero instrumento de “adencentamiento” de muros y paredes en mal estado que contribuye a mejorar el aspecto de barriadas marginales y degradadas.
En la serie “ Gritos de color” rescato, por un lado, imágenes de manifestaciones en blanco y negro en las que he participado, y por otro, imágenes en color de graffitis , fusionando éstos últimos con las primeras, para que recuperen de esta forma su naturaleza reivindicativa.