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Cae la lluvia con fuerte ritmo atávico

y emerge nuestra fragilidad primera.

 

Nos protegemos, indefensos y soberbios,

de los sueños que aún siguen bailando

en la conciencia oculta de lo que fuimos,

de lo que somos tras el áspero asfalto.

 

Cae la lluvia para decirnos la verdad:

sólo somos soledades con sombras

que huyen, que se buscan.

Sombras que, a veces, se encuentran;

transeúntes, de paso por una vida despojada,

que anhelan volver a bailar bajo la lluvia.

                                                TextoPedro Gabo

La lluvia

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